Recuerdos y emociones invaden su mente. Sólo puede sentir la música que corre por sus oídos hasta llegar a lo más profundo de su ser, donde cada nota, desdobla a su paso un fragmento de su memoria, seguido de otro en una secuencia interminable; dándose cuenta de que en ese momento, ya no es nada más que un espectador de su propio pensamiento. El aire frío que le abraza no es menos paralizante.
Ha despertado de un sueño, ha regresado a su cuerpo, aquel que su alma hubiera abandonado en busca del amor eterno. Qué desgracia, qué pesadilla la suya... Haberlo sentido, haberlo abrazado, haberse aferrado y haberlo visto desvanecerse ante sus ojos, en sus brazos, tras haber probado el elixir de sus labios, que se convirtió su veneno letal y su eterna maldición.
Parecía mentira que tras aquella interminable condena estuviera de vuelta donde todo había comenzado, era imposible que el tiempo se hubiese detenido a esperarlo, estaba confundido, todo en su memoria lucía tan real, tan preciso, pero sobre todo el vacío que ahora se hallaba en su corazón, le impedía dar crédito de que aquello fuera tan sólo el producto de un sueño.
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